Una lectura liberal de los datos socioeconómicos locales (2025)
Fuente: Consejo General de Economistas – Fichas
Socioeconómicas y del Mercado Laboral, julio 2025
Sant Feliu de Llobregat es un municipio con una sólida trayectoria urbana,
bien conectado, denso y con una base demográfica estable. Pero esa estabilidad,
que podría ser su fortaleza, se está convirtiendo en un freno. La fotografía
que ofrecen las recientes fichas publicadas por el Consejo General de
Economistas sobre su situación socioeconómica y laboral nos deja una idea
clara: es una ciudad que ha envejecido más deprisa de lo que ha sabido
transformarse.
Desde una óptica liberal, que prioriza la iniciativa privada, el dinamismo
empresarial y la eficiencia del gasto público, los datos muestran un municipio
con potencial infrautilizado, rigideces estructurales y poca capacidad de
adaptación al cambio demográfico y económico.
Vivienda: escasa oferta, alta propiedad y poco
dinamismo
Uno de los principales cuellos de botella es el mercado inmobiliario. Sant
Feliu tiene 18.719 viviendas registradas. De ellas, el 91,6% son viviendas
principales, y un asombroso 77,7% están en propiedad, mientras solo el
16% están en régimen de alquiler.
A esto se suma un parque de viviendas envejecido: más del 52% fueron
construidas antes de 1980. Además, un 43% de las viviendas principales
tienen menos de 60 metros cuadrados, lo que refleja un modelo urbano
compacto, pero mal adaptado a las nuevas demandas de habitabilidad.
En todo 2024 solo se registraron 22 transacciones de vivienda nueva. El
mercado está completamente volcado en la vivienda usada, lo que limita la
renovación urbana y la entrada de nueva población joven.
Desde una perspectiva liberal, este es un ejemplo claro de exceso de
regulación urbanística, altos costes de licencia, lentitud administrativa y
rigidez normativa. ¿El resultado? Una oferta bloqueada, precios presionados
y poca inversión privada en vivienda asequible o innovadora.
Demografía: más abuelos que nietos
Los datos demográficos revelan una estructura poblacional desequilibrada.
El crecimiento de población de los últimos años no se debe a los nacimientos,
sino a las migraciones —principalmente de otras zonas de Cataluña y del
extranjero—.
La tasa de envejecimiento alcanza el 137,7%, lo que significa
que hay más de 137 personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16.
Es decir, el municipio tiene más abuelos que nietos.
Además, el índice de renovación de la población activa es de solo 80,15%:
por cada 100 personas que se jubilarán en la próxima década (de 55 a 64 años),
hay solo 80 jóvenes (de 20 a 29 años) para reemplazarlas. Esta situación
tensiona el mercado de trabajo y anticipa un descenso en la productividad
futura.
Desde la lógica liberal, el envejecimiento es un fenómeno global, pero los
municipios deben enfrentarlo con agilidad, no con rigidez. Esto pasa por
fomentar la contratación flexible, la reincorporación laboral de mayores de 45
años, y la atracción de talento joven con políticas fiscales, urbanísticas y
educativas pro-empresa.
Economía: demasiado orientada al sector servicios y
dependiente
La economía de Sant Feliu está excesivamente concentrada en el sector
servicios. El 81% de los contratos firmados y el 77% del paro registrado
corresponden a este sector. El resto —industria, construcción, agricultura— es
marginal.
Las actividades de alto valor añadido, como tecnología, servicios
profesionales o manufactura avanzada, tienen una escasa presencia. Y lo mismo
ocurre con el emprendimiento: la proporción de autónomos afiliados a la
Seguridad Social es baja, y la renta de actividades económicas representa
solo una fracción del total.
La ciudad muestra una economía de bajo riesgo, pero también de baja
ambición. Desde una visión liberal, esto es preocupante: una economía sin
innovación, sin competencia ni atracción de capital privado, se vuelve
vulnerable, dependiente del gasto público y del empleo subvencionado.
Mercado laboral: estable, pero poco dinámico
La tasa de paro es relativamente baja (5,35%), mejor que la media
provincial y nacional. Sin embargo, hay señales de ineficiencia:
- Tasa de
afiliación a la Seguridad Social baja (66,3%), muy
por debajo del 74% provincial.
- Desigualdad
de género: el 58% de los parados son mujeres.
- El 63%
del paro corresponde a mayores de 44 años.
Estos datos indican que el mercado laboral no está aprovechando
plenamente el talento disponible. Las rigideces contractuales, la presión
fiscal sobre el empleo y las limitaciones del marco normativo probablemente
estén impidiendo que empresas y trabajadores se adapten con agilidad.
Gasto público: alto esfuerzo, baja rentabilidad
En 2024, el gasto público municipal por habitante fue de 841 euros,
mientras que la recaudación efectiva fue de solo 483 euros por habitante.
La diferencia se cubre con transferencias y deuda. Peor aún: la inversión
por habitante cayó a 64,58 euros, frente a los 111 euros del año anterior.
Esto indica un modelo de gestión pública centrado en el mantenimiento
estructural, con poca capacidad de generar transformación. Desde una visión
liberal, el gasto debería concentrarse en inversión útil, en lugar de
expandir el aparato administrativo o mantener servicios con baja eficiencia.
Conclusión: más libertad para crecer
Los datos no revelan una crisis. Pero sí una ciudad que se ha acomodado
a una inercia que ya no funciona. El modelo de Sant Feliu, denso, maduro,
público-dependiente, no es capaz por sí solo de generar renovación, ni
económica ni social.
Desde una lectura liberal, el municipio necesita urgentemente:
- Liberalizar
suelo urbano y agilizar licencias.
- Reducir
impuestos locales al emprendimiento y la rehabilitación.
- Fomentar
el alquiler asequible y el co-living, no solo la propiedad.
- Establecer
una estrategia fiscal favorable a la actividad empresarial que atraiga talento, innovación y
capital.
La libertad económica no es un lujo: es la base de cualquier modelo de
ciudad que aspire a seguir viva en el siglo XXI.
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